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En una ocasión Jesús les dijo a sus descípulos que cruzaran el mar hacia el otro lado y que Él luego los alcanzaría. Lo menos que ellos se imaginaban es que en la madrugada Jesús llegaria a pie a la barca, por eso se asustaron mucho. Ellos dijeron que era un fantasma, prero Jesús les aseguró que no, entonces Pedro le dijo "Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua." Así que Jesús le dijo "ven". Pedro no podía dar esos primeros pasos sobre el agua si no tenía por ll menos un poquito de fe, pero al instante se empezó a ahogar y a gritos le pedía ayuda a Jesús para que lo salvara. Claramente la fe fué substituída por otra cosa haciendo que Pedro cayera al agua.
El temor es como agua para el fuego. Primero te sientes valiente, decidido y emocionado porque lo vas a hacer, pero tan pronto como entra un poco de temor, toda esa emoción e impulso es frenada en seco.
Ponte a pensar por un momento. Esas cosas que le has pedido a Dios no durarán mucho cuando están acompañadas de la duda y el temor. En Santiago 1: 6 se nos instruye a que pidamos con fé y sin dudar.
Procura estar conciente de ese temor y de la duda cuando están obstruyendo tu fe, y "pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado" 1 de Timoteo 6: 12.
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